Mezquitas


La primera norma al entrar en una mezquita es ser consciente de que se está en un lugar de oración, un lugar sagrado. Creo firmemente que hay que ser
siempre muy respetuoso en todos los lugares de culto. Hay gente que está rezando y que te está permitiendo compartir ese espacio con ellos mientras lo hacen. Por lo tanto, ya que ellos te dejan entrar, se debe aceptar las reglas del lugar. 

Una característica de Estambul es que, a diferentes horas del día y también de la madrugada, estés donde estés, puedes oír las llamadas de los almuédanos o muecines a los fieles musulmanes para que acudan a las mezquitas a orar. Y suelen tener unas voces muy potentes y muy moduladas que a mí personalmente me encantan.

En las principales mezquitas, cada vez que el muecín llama a la oración, hay que esperar unos 20 o 25 minutos para entrar, que es lo que tardan en terminar. En cambio las mezquitas más pequeñas o menos importantes sólo suelen estar abiertas a las horas de la oración, por lo que hay que conocer esas horas más o menos e ir entonces, un poco antes o un poco después.

Antes de hacer el viaje, acostumbro a buscar en internet los horarios de la oración para saber cuándo se puede entrar. No son horarios fijos ya que dependen de las horas de sol. 


Hay algunas en las que te dejan entrar mientras los fieles están rezando, pero no puedes pasar de un cierto punto, como por ejemplo en la Mezquita Azul o en la de Süleyman.


En la Mezquita Azul y en alguna otra más, los turistas entran por una puerta diferente. Pero en la mayoría de las mezquitas no.


Los viernes son los días más importantes de oración, por lo que suelen estar repletas de gente. Mejor no visitarlas entonces.


En ninguna mezquita se me ha prohibido hacer fotos a excepción de las de Üsküdar, en la parte asiática.

A la entrada hay que descalzarse. No se puede entrar con zapatos. Algunas mezquitas tienen plásticos para meter los zapatos y llevarlos consigo pero, en general, no es así. La gente suele dejar los zapatos fuera; no obstante se han dado casos en los que, al salir, ya no estaban.  Para evitar ese mal trago, llevo siempre conmigo una bolsa de plástico. Me descalzo, meto los zapatos en la bolsa y entro con mi bolsa. 

En mi primer viaje, llevaba siempre unos calcetines extra que me ponía encima de los otros por si las alfombras no estuvieran muy limpias. En mis otros viajes, en cambio, ya no lo he hecho porque la realidad es que, salvo en alguna excepción muy puntual, todas las moquetas y alfombras están muy limpias, y se ve que las limpian y aspiran a menudo. De todas formas, me llevo siempre los calcetines conmigo, por si acaso. Quizás en verano haya que tomar más precauciones para no coger hongos en los pies.

Las mujeres tienen que llevar algún tipo de velo sobre la cabeza. Por lo tanto, aunque te pueden dejar algo para que te lo pongas, supongo que será mejor traerse uno propio.


Todas las mezquitas son gratuitas, pero siempre aceptan donaciones.